Término medio entre normas y libertad

Me planteo realmente qué es mejor, si tener completa libertad para poder dar mis clases o tener que seguir una programación específica e inamovible. Si lo pienso de primeras, escogería sin ninguna duda tener libertad para poder dar mis clases.

Imagínate que estas en el instituto y te toca clase de música, esa clase que te da bastante igual porque realmente no te motiva y no es tan importante, todo el mundo la aprueba y si la suspendes no pasa nada, solo es música. Solo tienes que aprobarla y ya está, quieres que pase esa hora y ya. Un profesor que no tenga libertad se dedicará a dar la programación en orden y sin dejarse nada de materia, con la realización de exámenes más o menos sencillos.

Yo, como profesora, quiero que te intereses por mi asignatura y me voy a fijar en tus intereses para conseguirlo, pero ¿cuánta libertad tengo para ello? Al fin y al cabo, tengo que seguir una programación, no puedo dejar de dar a Bach o a Mozart. Lo que puedo hacer es, por ejemplo, hablarles de la rivalidad de Mozart y Salieri comparándolos con personajes actuales que les interesen o ponerles una película que lo explique bien. También me gustaría llevarles al teatro, a algún museo o concierto para que conozcan su funcionamiento y hablarles sobre el sonido en directo, por ejemplo. Sin embargo, no habrá nada de deberes ni exámenes, que sólo sirven para hacer un ranking de alumnos dependiendo de cuánto pueden retener en la memoria un día concreto, les evaluaré mediante trabajos individuales y colectivos.

Mozart y Salieri

Realmente creo que es necesario seguir ciertas normas, pero siempre es necesario dar cierta libertad al profesorado para poder captar la atención de sus alumnos y se puedan interesar por las diferentes materias para que el aprendizaje se les haga más ameno.

Al fin y al cabo, el fin último es formar a nuestros alumnos.

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